Reflexiones a bolígrafo

Últimamente he dibujado mucho a oscuras. Lo hacía en clases, mientras proyectaban powerpoints aburridos, mal llamados clases teóricas,. Poca luz. El powerpoint está haciendo mucho daño a la enseñanza, no es que sea algo malo, pero muchos profesores se dedican a leer lo que proyecta el cañón con cuatro fotos bajadas de internet en calidad CHUNGOPG, además, le han quitado gracia a los proyectores de diapositivas, que a menudo se atascaban y siempre caía alguna diapositiva del revés, que daba el toque de humor a la presentación. Hoy en día la teoría es digital y proyectable, y yo que siempre he dibujado en las clases teóricas, ahora lo tengo que hacer a oscuras y cuando ponen la luz te llevas muchas sorpresas, porque tu dibujo se parece poco a lo que creías que estabas haciendo, pues creías que lo tenías todo muy acabado, hasta que te iluminan la sala, y a seguir dibujando.

De esta forma salió esto a boli el otro día.

Boli Bic de toda la vida

Y como siempre digo, se puede dibujar y atender a la vez.

Portadas sesenteras

Esto vienen a ser unas pruebas a modo de diseño de portada, que suelen pedir los editores de cómics, cuando vas a enseñarle algún trabajo. Como siempre recurro a los 50′, me fui a otra otra época para hacer algo más alegre, con colores más vivos. Entre otras ideas, me inventé una revista de moda para cerrar mejor el diseño de las portadas y, este es el resultado final.

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Aquí he empezado a investigar con las sombras en degradados, buscando siempre la mejor fórmula para dar color.

Las Cerezas de Lawrence Durrel

¡Hola a todos! Hoy os dejo con unas ilustraciones para un relato del gran Lawrence Durrell «Las Cerezas», un trabajo para una asignatura de ilustración, que también presenté en el Salón del Cómic de Granada. Para variar hice el trabajo con técnicas tradicionales, me apetecía mucho salirme de lo digital y estoy muy contento con el resultado, es la primera vez que uso alguno de los materiales que detallo, así que esto puede dar para más.

LAS CEREZAS

AUTOR: LAWRENCE DURRELL
TRADUCCIÓN: JAVIER MARÍAS
ILUSTRACIONES: JUANJO MEGÍAS

Yo vivía en la habitación más pequeña, arriba del todo, justo al final de la escalera. En la puerta había una manzana blanca que yo tenía que coger y hacer girar con la mano antes de poder meterme dentro. En las paredes había racimos de cerezas: del techo al suelo. En verano me daban sed. Una vez intenté coger algunas del dibujo para comérmelas, pero aquello no salió muy bien. El yeso y la cal tenían un sabor muy ácido.

Después, claro, me reí al pensar en mi tontería; pero me escocía mucho la lengua. Aquello duró mucho tiempo: pero, claro, estuve allí mucho tiempo.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Tinta china a plumilla, spray y acuarela

Me acuerdo de las calles: muy largas y llenas de piedras que encajaban unas con otras en una superficie lisa. Parecían agua negra. Las farolas me mojaban al pasar con su agua amarilla. Aquello era de verdad. Tenía que cambiarme de ropa a menudo, y pasaba mucho frío. Mi pijama estaba seco, tenía una raya roja y otra azul. Me encantaba. A veces permanecía despierto frotándome el pecho contra él y haciendo presión con los brazos para intentar que me hiciera cosquillas. Me gustaba la raya roja mucho más que la azul, pero nunca lo saqué ala calle, por miedo a las farolas. ¡Oh! Era demasiado listo para salir y que se mojara.

Por la noche solía caminar muy lentamente, y notaba mi abrigo arrastrándose sobre mis hombros. A veces aquello me parecía también gracioso, y reía con fuerza; pero nunca fui capaz de reírme del ruido que hacían mis pies en las calles. Eran sobrios y mortecinos, y, según avanzaban y avanzaban, asestaban a las piedras golpes sonoros como bofetadas. El ruido me traía a la memoria cosas solemnes. No se puede reír con fuerza en una iglesia, ¿verdad? Así que solía mirarlos, viéndolos avanzar y avanzar por debajo de mí, como si en realidad no me pertenecieran. Era tan silencioso como un ratoncillo.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Tinta china, rotuladores calibrados y spray

Había muchísima gente en la casa en la que vivía, y todos tenían llave. Ella me dio una llave también a mí, y yo disfrutaba metiéndola en la cerradura. La puerta era preciosa. Tenía un letrero con cifras: así: 33. A veces sabía que era simplemente treinta y tres, pero otras me parecía que era un signo, no un número. Una vez, por la noche, lo miré fijamente hasta que me pareció un rostro. Lo escribí en la pared de mi habitación, pero ella vino por la mañana y se enfadó mucho. Tenía una voz herrurnbrosa. Me dejó preocupado. Dijo que no debía lamer el papel pintado, aunque tuviera sed. Me dio miedo. Parecía furiosa. Yo intentaba no encontrarme con ella en el rellano, donde la ventana de cristal hacía que la cara se le viera verde.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Rotuladores calibrados, plumilla, acuarela, carboncillo, pastel, retoque digital

Salía, la mayoría de las veces para ir a una casita con luces y mesas; siempre de noche. Allí era feliz. Tenía muchísimas cosas ricas de comer. Mis manos se sosegaban tocando cosas, o agitándose entre sí.

Fue aquí donde la vi por primera vez. Estaba sentada con el hombre llamado Boris, cuya voz era un mecanismo de relojería, como su rostro. No reía, jamás. Al verla empecé a temblar, y sentí frío en la parte interior de los muslos. Ella sonrió y desvió la mirada. Estaba sentada con el hombre llamado Boris. Desvió la mirada.

Entonces fui a su mesa, llevándole a ella unas flores de un jarrón,   ella se puso muy contenta, mirándome con los ojos muy abiertos. Pero el hombre llamado Boris me puso la mano en el brazo y habló con sus dedos. Yo dije:
-Si la música fuera el sustento del amor. -Muy alto, una y otra vez-: Si la música fuera el sustento del amor.

Pero cuando ella volvió la cabeza mis manos se quedaron inquietas.

Me tomé la comida, pero estuve listo. Los vigilé. Cuando se levantaron yo también me levanté y los seguí. Caminé muy despacio detrás de ellos durante un rato. No tenía nada que darle a ella, así que me arranqué la uña y corrí hacia el hombre llamado Boris.
-Dásela -dije-. Hazle un regalo.

Sus ojos jugaron al escondite en su barba, lo cual me hizo gracia. Así que me reí, sólo un poco, mientras me chupaba la mano. Ella abrió la boca para dejarme verlos dientecillos que tenía dentro. Después de eso me alejé muy rápidamente.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Rotuladores calibrados, tinta china, acuarela, carboncillo, retoque digital

Aquella noche vi el rostro de ella. Lo dibujé en la pared encima de la cama. Así: 33. Era muy bonito, y sentí un dolor en el costado. Me impidió seguir durmiendo, así que leí un libro que decía, en lo alto de la página:

Y haré de mi amor un cuchillo afilado,
para volverlo contra mi, para buscar en mi cuerpo
la vena que duele,
que me duele siempre con la sensación de ella.

Al día siguiente volví allí, entre las luces. Corrí velozmente, con el abrigo bailando a mi alrededor. Me sentía feliz. Mis zapatos eran amarillos y ruidosos.

Pero ella no estaba allí. Esperé y esperé, pero no apareció. El hombre llamado Boris no apareció. Temblaba cada vez que me acordaba de su boca abierta con los dientecillos dentro, y me dolía el costado izquierdo. Me dolía. Pero ella no apareció. Y de nuevo aquella noche no pude dormir. La vi en la pared.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Rotuladores calibrados, acuarela, carboncillo, pastel

Después de eso pasé muchos días esperando, pero ella no apareció. Seguía teniendo el dolor, abajo en el costado izquierdo, y seguía sin poder dormir mucho. A veces cantaba canciones durante la noche, como ido, pero el hombre del otro lado del rellano dijo que yo sonaba como un perro o algo así. No le hablé del dolor.

Dije, fingiendo:
-Debe de ser la ventana, que chirría. -Claro que sólo estaba fingiendo-. Es una bisagra -dije.

Creo que me creyó, porque se dio media vuelta y se fue.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Rotuladores calibrados, tinta china, acuarela, carboncillo, ceras

¡Cuánto tiempo esperé! ¡Cuánto tiempo fue! Aquello siguió y siguió y siguió, no sé durante cuánto tiempo; pero yo la esperaba siempre. Ni ella ni el hombre llamado Boris aparecieron. La noche se convirtió en un tiempo muy largo. Una noche volví a leer el libro:

Y haré de mi amor un cuchillo afilado,
para volverlo contra mi, para buscar en mi cuerpo
la vena que duele,
que me duele siempre con la sensación de ella.

Claro que parecía muy solemne. Bebí mi llanto según salía de mis ojos. Luego me quité la ropa y me quedé de pie ante el espejo. Se me veía flaco, pero había parado de llorar. Puse la mano en el costado izquierdo, sobre el dolor, para así no errar el punto exacto. Podía verlas cerezas tras mi reflejo en el espejo. La navaja emitió un susurro, como si estuviera cortando seda. Luego me senté en la cama porque me sentía un poquito cansado. También me sentía un poco abierto en cierto modo. Pero aún podía verme en el espejo, con las cerezas tras mi reflejo. Tenía sed, pero sabía que no debía lamerlas.

Tuve mucho cuidado. Noté las manos un poco resbaladizas, pero no me importó. Todo parecía alejarse un poco de mí. Levanté la vista, pero no había venas; sólo tubos rojos» rizados. Miré cuidadosamente.

Entonces entraron todos desde fuera, haciendo ruido, y se quedaron de pie en la puerta. Noté lo grandes que tenían los ojos. Daban gritos y agitaban las manos muy rápidamente. Empecé a tener mucho hipo.
Dije:
-No he lamido las cerezas otra vez. Por favor, no he lamido las cerezas…

No parecían entenderme, y tuve miedo, así que me tapé la cara con las manos. Hubo un ruido en el rellano, y todo pareció alejarse. Miré una vez por entre los dedos. Las cerezas seguían allí.

Las Cerezas Lawrence Durrel. Ilustración Juanjo Megías
Rotuladores calibrados, carboncillo, tinta china, acuarela, pastel, tiza

Balance del Salón

¡Hola a todos!

El balance personal del Salón del Cómic de Granada, ha sido muy bueno. Estuvimos promocionando el Stand de Bellas Artes, que este año contó con una buena organización y la participación de 30 alumnos, que expusieron sus trabajos y se turnaron para dibujar durante los tres días.

Mi resumen: Gustó mi trabajo. No fue tanta gente como esperaban. Me entrevistó la tele. Gasté poco en tebeos (para variar). Tuve el placer de comer con algunos de los grandes del cómic andaluz, como El Bute, Alejo, JAB, Fritz, Bonet, JuanFran, Hermanos Macías… y dio tiempo para conocer a nueva gente interesante.

En definitiva, me lo pasé muy bien y entre tanto, me dio tiempo a hacer este dibujín, que un día de estos colorearé.

Patinando
Patinando

Patinando
Patinando

Pronto subiré unas nuevas ilustraciones que expuse en el Salón, y que ya adelantaba en el post anterior.

Salón del Cómic de Granada 2010

¡Buenas gente!

Avisaros que voy a estar exponiendo mis ilustraciones, cómics y animaciones en el Stand de la Facultad de Bellas Artes de Granada, junto a otros compañeros de carrera.  Entre las numerosas actividades y stands, podréis encontrar la muestra de nuestros trabajos.

El salón estará abierto los días 12, 13 y 14 de marzo, de 11.00 a 20.00. En el recinto de Feria de Muestras de Armilla (Granada)

Os dejo un pequeño adelanto de unas nuevas ilustraciones para un relato un tanto inquietante. Si queréis ver más pasaros por allí (o esperar a que lo suba al blog)

Un saludo.

Ilustración de muestra
Ilustración de muestra

Lápiz I – Hombres varios

¡Hola a todos!

He estado dibujando mucho y preparando material para el Salón del Cómic de Granada, que se celebrará el 12, 13 y 14 de marzo. Voy a exponer cómics e ilustraciones junto a otros compañeros de la Facultad, para ver lo bien que dibujamos todos ¡Nos veremos por allí!

Hoy subo unos dibujos a lápiz que hago en clases teóricas, y como siempre defiendo «se puede dibujar y atender a la vez».

Hombres a lápiz
Hombres a lápiz

Seguiremos el ciclo con mujeres, a ver cómo salen.

Entintando cartoons

Estos dibujos los hice a tinta china y me sirvieron a modo de pruebas de entintado, para un pequeño gran cómic que más tarde hice con rotrings…

Destaca bastante el negro como «color» para ver como se comportaba sobre el papel, el color es digital sacando luces con el ratón, por eso tienen ese aspecto tan blandito.

camarero

nerd

obrero
obrero

Palíndromo

Un Palíndromo, en cómic, es aquella historia que se puede leer en varias direcciones. Esto deja jugar a los dibujantes, creando viñetas que funcionan en varios sentidos: en zigzag, de arriba abajo, de derecha a izquierda…

Esto es un pequeño ejemplo que nos pidió Sergio García para terminar su curso de Narración Secuencial.  La historia es un bucle que «acaba» siempre en el centro.

Dale la vuelta al monitor para leerlo al revés (opcional)

Adaptaciones

Una adaptación algo navideña de una página del cómic Saigon-Hanoi de Cosey. Experimentando un poco con algo más figurativo de lo que suelo hacer para cómic.

Adaptación
Saigon-Hanoi pág. 13